Bienvenido (a)

Bienvenido (a): He creado este blog para recopilar historias y videos que posean alguna enseñansa o simplemente generar reflexión.

Espero te gusten

Obs. lo había dejado botado desde el 2006. Lo estoy retomando.

31 julio 2006

El Anillo del Rey


Hubo una vez un rey que dijo a los sabios de la corte:-Me estoy fabricando un precioso anillo. He conseguido uno de los mejores diamantes posibles. Quiero guardar oculto dentro del anillo algún mensaje que pueda ayudarme en momentos de desesperación total, y que ayude a mis herederos, y a los herederos de mis herederos, para siempre.Tiene que ser un mensaje pequeño, de manera que quepa debajo del diamante del anillo.
Todos quienes escucharon eran sabios, grandes eruditos; podrían haber escrito grandes tratados, pero darle un mensaje de no más de dos o tres palabras que le pudieran ayudar en momentos de desesperación total... Pensaron, buscaron en sus libros, pero no podían encontrar nada.El rey tenía un anciano sirviente que también había sido sirviente de su padre. La madre del rey murió pronto y este sirviente cuidó de él, por tanto, lo trataba como si fuera de la familia. El rey sentía un inmenso respeto por el anciano, de modo que también lo consultó. Y éste le dijo:-No soy un sabio, ni un erudito, ni un académico, pero conozco el mensaje.Durante mi larga vida en palacio, me he encontrado con todo tipo de gente, y en una ocasión me encontré con un místico. Era invitado de tu padre y yo estuve a su servicio. Cuando se iba, como gesto de agradecimiento, me dio este mensaje el anciano lo escribió en un diminuto papel, lo dobló y se lo dio al rey. Pero no lo leas le dijo manténlo escondido en el anillo.
Abrelo sólo cuando todo lo demás haya fracasado, cuando no encuentres salida a la situación.
-Ese momento no tardó en llegar. El país fue invadido y el rey perdió el reino. Estaba huyendo en su caballo para salvar la vida y sus enemigos lo perseguían. Estaba solo y los perseguidores eran numerosos. Llegó a un lugar donde el camino se acababa, no había salida: enfrente había un precipicio y un profundo valle; caer por él sería el fin. Y no podía volver porque el enemigo le cerraba el camino. Ya podía escuchar el trotar de los caballos. No podía seguir hacia delante y no había ningún otro camino...De repente, se acordó del anillo. Lo abrió, sacó el papel y allí encontró un pequeño mensaje tremendamente valioso:Simplemente decía "ESTO TAMBIEN PASARA".
Mientras leía "esto también pasará" sintió que se cernía sobre él un gran silencio. Los enemigos que le perseguían debían haberse perdido en el bosque, o debían haberse equivocado de camino, pero lo cierto es que poco a poco dejó de escuchar el trote de los caballos. El rey se sentía profundamente agradecido al sirviente y al místico desconocido. Aquellas palabras habían resultado milagrosas.Dobló el papel, volvió a ponerlo en el anillo, reunió a sus ejércitos y reconquistó el reino. Y el día que entraba de nuevo victorioso en la capital hubo una gran celebración con música, bailes... y él se sentía muy orgulloso de sí mismo.El anciano estaba a su lado en el carro y le dijo:-Este momento también es adecuado: vuelve a mirar el mensaje.-¿Qué quieres decir? preguntó el rey. Ahora estoy victorioso, la gente celebra mi vuelta, no estoy desesperado, no me encuentro en una situación sin salida.-Escucha, dijo el anciano: este mensaje no es sólo para situaciones desesperadas; también es para situaciones placenteras.No es sólo para cuando estás derrotado; también es para cuando te sientes victorioso.No es sólo para cuando eres el último; también es para cuando eres el primero.El rey abrió el anillo y leyó el mensaje: "Esto también pasará", y nuevamente sintió la misma paz, el mismo silencio, en medio de la muchedumbre que celebraba y bailaba, pero el orgullo, el ego, había desaparecido. El rey pudo terminar de comprender el mensaje. Se había iluminado. Entonces el anciano le dijo:RECUERDA QUE TODO PASA Ninguna cosa ni ninguna emoción son permanentes.Como el día y la noche, hay momentos de alegría y momentos de tristeza. Acéptalos como parte de la dualidad de la naturaleza porque son la naturaleza misma de las cosas.
GRABATELO BIEN EN TU CABEZA Y EN TU CORAZON.

Un Hombre Rico "Una de mis favoritas"


Que raro que la revista "Fortune" publicó la lista de los hombres más ricos del planeta y en esta lista no aparezco yo. Aparecen, sí, el sultán de Brunei, que tiene una fortuna estimada en 37 mil millones de dólares, y aparecen también los herederos de Sam Walton, con 24 mil y Takichiro Mori, con 14 mil.
Figuran ahí también personalidades como la Reina Isabel de Inglaterra, con 11 mil millones de dólares; Stavros Niarkos con 4 mil, y los mexicanos Carlos Slim, con 2 mil y Emilio Azcárraga, con 2,600. Sin embargo a mí no me menciona la revista. Y yo soy un hombre rico, inmensamente rico.
Tengo vida, que recibí no sé por qué, y salud, que conservo no sé cómo. Tengo una familia: esposa adorable que al entregarme su vida me dio lo mejor de la mía; hijos maravillosos de quienes no he recibido sino felicidad; nietos con los cuales ejerzo una nueva y gozosa paternidad, ahora totalmente irresponsable. Tengo hermanos que son como mis amigos, y amigos que son como mis hermanos. Tengo gente que me ama con sinceridad a pesar de mis defectos, y a la que yo amo con sinceridad a pesar de mis defectos. Tengo cuatro lectores a los que cada día les doy gracias porque leen bien lo que yo escribo mal.
Tengo una casa, y en ella muchos libros (mi esposa diría que tengo muchos libros, y entre ellos una casa).
Poseo un pedacito del mundo en la forma de un huerto que cada año me da manzanas que habrían acortado aún más la presencia de Adán y Eva en el Paraíso. Tengo un perro que no se va a dormir hasta que llego, y que me recibe como si fuera yo el dueño de los cielos y la tierra.
Tengo ojos que ven y oídos que oyen; pies que caminan y manos que acarician; cerebro que piensa cosas que a otros se les habían ocurrido ya, pero que a mí no se me habían ocurrido nunca.
Soy dueño de la común herencia de los hombres: alegrías para disfrutarlas y penas para hermanarme a los que sufren. Y tengo fe en un Dios bueno que guarda para mí infinito amor.
¿Puede haber mayores riquezas que las mías? ¿Por qué , entonces, no me puso la revista "Fortune" en la lista de los hombres más ricos del planeta?.

06 febrero 2006

Introspección

Volveré a todas esas partes
que apenas recuerdo.
En las que viví y huí,
en las que soñé y olvidé.
Volveré a todos esos sueños,
que alguna vez tuve y dejé ir.
Soñaré con mi futuro, volviendo a mi pasado, y
volveré a mi pasado, pensando en mi futuro.
(incompleto)

26 enero 2006

Suerte o desgracia


Había una vez un campesino chino, pobre pero sabio, que trabajaba la tierra duramente con su hijo.
Un día el hijo le dijo:
- ¡Padre, qué desgracia! ¡Se nos ha ido el caballo!
- ¿Porqué le llamas desgracia? - respondió el padre -Veremos lo que trae el tiempo...
A los pocos días el caballo regresó, acompañado de otro caballo.
- ¡Padre, qué suerte! - exclamó esta vez el muchacho -Nuestro caballo ha traído otro caballo.
- ¿Porqué le llamas suerte? - repuso el padre -Veamos qué nos trae el tiempo...
En unos cuantos días más, el muchacho quiso montar el caballo nuevo, y éste, no acostumbrado al jinete, se encabritó y lo arrojó al suelo.
El muchacho se quebró una pierna...
- ¡Padre, qué desgracia! - exclamó ahora el muchacho -.¡Me he quebrado la pierna!
Y el padre, retomando su experiencia y sabiduría, sentenció:
- ¿Porqué le llamas desgracia? -Veamos lo que trae el tiempo...
El muchacho no se convencía de la filosofía del padre, sino que gimoteaba en su cama.
Pocos días después pasaron por la aldea los enviados del rey, buscando jóvenes para llevárselos a la guerra.
Vinieron a la casa del anciano, pero como vieron al joven con su pierna entablillada, lo dejaron y siguieron de largo.
El joven comprendió entonces que nunca hay que dar ni la desgracia ni la fortuna como absolutas, sino que siempre hay que darle tiempo al tiempo, para ver si algo es malo o bueno.
La vida da tantas vueltas, y es tan paradójico su desarrollo, que lo malo se hace bueno, y lo bueno, malo.
Lo mejor es esperar siempre el día de mañana, pero sobre todo confiar en DIOS, porque todo sucede con un propósito positivo para nuestras vidas...

Lealtad con un hermano y amigo


Uno de dos hermanos que combatían en la misma compañía, en Francia, cayó abatido por una bala alemana. El que escapó pidió autorización a su oficial para recobrar a su hermano. "Tal vez esté muerto -dijo el oficial-, y no tiene sentido que arriesgues la vida para rescatar el cadáver". Pero ante sus súplicas el oficial accedió. Cuando el soldado regresó a las líneas con su hermano sobre los hombros, el herido falleció. "¿Ves? -dijo el oficial- Arriesgaste la vida por nada". "No -respondió Tom-; hice lo que él esperaba de mí, y obtuve mi recompensa. Cuando me acerqué y lo alcé en brazos, me dijo: 'Tom, sabía que vendrías, estaba seguro de que vendrías'."

La importancia de un elogio


Yo enseñaba en el tercer año de primaria de la escuela Saint Mary's, en Morris, Minn. Mis 34 estudiantes eran queridos para mí, pero Mark Eklund era uno en un millón. Tenía muy buena presencia, y esa actitud "feliz-de-estar-vivo" que hasta hacía sus ocasionales mal comportamientos deliciosos. Mark hablaba incesantemente. Yo tenía que recordarle una y otra vez que hablar sin permiso no era aceptable. Sin embargo, lo que me impresionaba era su respuesta sincera cada vez que tenía que corregirlo por no portarse bien.Al principio no sabía como comportarme, pero después de poco tiempo me acostumbré a escucharlo muchas veces al día. Una mañana en la que Mark hablaba demasiado, empecé a impacientarme y cometí un error de maestra novata. Miré a Mark y le dije: - Si dices una sola palabra más, te pondré cinta en la boca. No habrían pasado diez segundos cuando Chuck dijo: - Mark está hablando de nuevo. Yo no le había pedido a ningún alumno que me ayudara, pero como había anunciado el castigo frente a toda la clase, tenía que aplicarlo. Recuerdo la escena como si hubiese ocurrido esta mañana. Caminé hacia mi escritorio y abrí cada uno de los cajones hasta encontrar la cinta adhesiva. Sin decir una palabra, me acerqué al escritorio de Mark, corté dos piezas de cinta e hice una gran X sobre su boca. Despues regresé al frente del salón. Apenas miré de reojo a Mark, él me guiñó un ojo. ¡Con eso tuve suficiente...! Comencé a reír. La clase vitoreaba mientras yo caminaba hacia el escritorio de Mark. Le saqué la cinta y me encogí de hombros. Sus primeras palabras fueron: - ¡Gracias, hermana!A fin de año me pidieron que enseñara matemáticas en tercer año de la secundaria. Los años volaron y, antes de que me diera cuenta, Mark estaba en mi clase de nuevo. Estaba más guapo que nunca e igual de educado. Pero debido a que tenía que escuchar atentamente mis instrucciones sobre la "nueva matemática", no habló tanto en 3° de secundaria como en 3° de primaria.Un viernes, las cosas simplemente no se sentían bien. Habíamos estado trabajando en un nuevo concepto toda la semana, y yo sentía que los estudiantes no lo estaban entendiendo, frustrados consigo mismos y tensos uno con el otro. Tenía que detener eso antes de que se me fuera de las manos, así que le pedí a cada uno que hiciera una lista de los nombres de los otros estudiantes del salón en dos hojas de papel, dejando un espacio en blanco entre cada nombre. Después les dije que pensaran en la cosa más bonita que pudieran decir de cada uno de sus compañeros, y que la escribieran en los espacios correspondientes. Les tomó el resto de la clase cumplir con la consigna. Cuando se estaban yendo, me entregaron los papeles. Charlie sonrió, y Mark dijo: - Gracias, hermana. Que tenga un buen fin de semana.Ese sábado escribí el nombre de cada uno de los alumnos en distintas hojas de papel, y listé lo que cada uno había dicho de ese individuo. El lunes le di a cada alumno su lista. Muy pronto todos los alumnos estaban sonriendo. - ¿De verdad? - escuché que susurraban. - No sabía que eso significaba algo para alguien. - No sabía que le agradaba tanto a los demás... Nunca nadie mencionó esos papeles en clase otra vez. Yo nunca supe si los discutieron después de clase o con sus padres, pero no importaba. La actividad había cumplido su propósito. Los estudiantes estaban contentos consigo mismos y con los demás de nuevo. Ese grupo de estudiantes siguió adelante con sus estudios.Varios años más tarde, después de regresar de mis vacaciones, mis padres me encontraron en el aeropuerto. Mientras íbamos de regreso a casa, mamá me hizo las preguntas usuales acerca de mi viaje: el clima, mi experiencia en general. Hubo una pausa en la conversación. Mamá cruzó una mirada con papá y simplemente dijo: - ¿Papá? Mi padre se aclaró la garganta, como siempre lo hace antes de decir algo importante. - Los Eklund llamaron ayer en la noche - empezó. - ¿De veras? - dije. - ¡No he sabido nada de ellos en años! Me pregunto como estará Mark.Papá respondió calladamente. - Mark murió en Vietnam. El funeral es mañana, y a sus padres les gustaría que fueras. Hasta este día aún puedo recordar exactamente el letrero I-494, donde papá me dijo lo de Mark. Yo nunca antes había visto a un soldado en un ataúd militar. Mark se veía tan guapo, tan maduro... todo lo que podía pensar en ese momento era: - Mark... yo daría toda la cinta adhesiva del mundo si tan sólo pudieras hablarme. La iglesia estaba llena, estaban todos los amigos de Mark. La hermana de Chuck cantó el himno de batalla de la República. ¿Por qué tenía que llover el día del funeral? Ya era suficientemente difícil con la grava. El pastor dijo las oraciones habituales y se tocó música. Uno por uno, los que amaron a Mark se acercaron al ataúd y lo rociaron con agua bendita. Yo fui la última en bendecir el ataúd.Mientras estaba parada ahí, uno de los soldados se me acercó. - ¿Era usted la maestra de matemáticas de Mark? - me preguntó. Yo asentí, mientras continuaba mirando fijamente el ataúd. - Mark hablaba mucho de usted - me dijo. Después del funeral, la mayoría de los antiguos compañeros de clase de Mark fueron a la granja de Chuck, para almorzar.Los padres de Mark estaban ahí, obviamente esperándome. - Queremos enseñarle algo - dijo su padre, sacando una billetera de su bolsillo. - Le encontraron esto a Mark cuando murió, pensamos que a lo mejor lo reconocería. Abriendo la billetera, sacó cuidadosamente dos piezas de una libreta que obviamente había sido sacada, pegada y doblada muchas veces. Yo sabía, sin mirar, que los papeles eran aquellos en los que yo había listado todas las cosas buenas que cada uno de los compañeros de Mark había dicho de él. - Muchas gracias por haber hecho eso - dijo la mama de Mark. - Como puede ver, Mark lo valoraba.Los compañeros de Mark se empezaban a reunir alrededor de nosotros. Charlie sonrió, y dijo: - Yo todavía tengo mi lista. Está en el cajón de arriba, en el escritorio de mi casa. La esposa de Chuck dijo: - Chuck me pidió que pusiera la suya en nuestro álbum de bodas. - Yo también tengo la mía - dijo Marilyn. - Está en mi diario. Entonces Vicki, otra compañera, sacó la billetera de su cartera y mostró su ya vieja lista al grupo. - Siempre cargo con esto - dijo Vicki. - Creo que todos aún tenemos nuestras listas. Ahí fue cuando yo finalmente me senté y lloré. Lloré por Mark y por todos sus amigos, que nunca lo verían de nuevo. Algunas veces la cosa mas pequeña puede significar mucho para otra persona.

El portero del botiquín


No había en el pueblo peor oficio que el de portero del botiquín. Pero ¿qué otra cosa podría hacer aquel hombre? De hecho, nunca había aprendido a leer ni a escribir, no tenía ninguna otra actividad ni oficio. Un día se hizo cargo del botiquín un joven con inquietudes, creativo y emprendedor. El joven decidió modernizar el negocio. Hizo cambios y después cito al personal para darle nuevas instrucciones. Al portero, le dijo: "A partir de hoy usted, además de estar en la puerta, me va a preparar un informe semanal donde registrará la cantidad de personas que entran día por día y anotará sus comentarios y recomendaciones sobre el servicio". El hombre tembló, nunca le había faltado disposición al trabajo pero..... "Me encantaría satisfacerlo, señor -balbuceo- pero yo... yo no sé leer ni escribir". "¡Ah! ¡Cuánto lo siento!". "Pero, señor, usted no me puede despedir, yo trabajé en esto toda mi vida". No le dejó terminar: "Mire, yo comprendo, pero no puedo hacer nada por usted. Le vamos a dar una indemnización para que tenga hasta que encuentre otra cosa. Así que, lo siento. Que tenga suerte". El hombre sintió que el mundo se derrumbaba. Nunca había pensado que podría llegar a encontrarse en esa situación. ¿Qué hacer? Recordó que en el botiquín, cuando se rompía una silla o una mesa, él, con un martillo y clavos lograba hacer un arreglo sencillo y provisorio. Pensó que ésta podría ser una ocupación transitoria hasta conseguir un empleo. El problema es que sólo contaba con unos clavos oxidados y una tenaza mellada. Usaría parte del dinero para comprar una caja de herramientas completa. Como en el pueblo no había una ferretería, debía viajar dos días en mula para ir al pueblo más cercano a realizar la compra. ¿Qué más da?, pensó, y emprendió la marcha. A su regreso, traía una hermosa y completa caja de herramientas. De inmediato su vecino llamó a la puerta de su casa. Vengo a preguntarle si no tiene un martillo para prestarme. Mire, sí, lo acabo de comprar pero lo necesito para trabajar... como me quedé sin empleo... Bueno, pero yo se lo devolvería mañana bien temprano. Está bien. A la mañana siguiente, como había prometido, el vecino tocó la puerta. Mire, yo todavía necesito el martillo. ¿Por qué no me lo vende? No, yo lo necesito para trabajar y además, la ferretería esta a dos días de mula. Hagamos un trato -dijo el vecino- Yo le pagaré los dos días de ida y los dos de vuelta, más el precio del martillo, total usted está sin trabajar. ¿Qué le parece? Realmente, esto le daba trabajo por cuatro días... Aceptó. Volvió a montar su mula. Al regreso, otro vecino le esperaba en la puerta de su casa. Hola, vecino. ¿Usted le vendió un martillo a nuestro amigo? Sí. Yo necesito unas herramientas, estoy dispuesto a pagarle sus cuatros días de viaje, más una pequeña ganancia. Yo no dispongo de tiempo para el viaje. El ex-portero abrió su caja de herramientas y su vecino eligió una pinza, un destornillador, un martillo y un cincel. Le pagó y se fue. "No dispongo de cuatro días para compras", recordaba. Si esto era cierto, mucha gente podría necesitar que él viajara a traer herramientas. En el siguiente viaje arriesgó un poco más del dinero trayendo más herramientas que las que había vendido. De paso, podría ahorrar algún tiempo de viajes. La voz empezó a correrse por el barrio y muchos quisieron evitarse el viaje. Una vez por semana, el ahora corredor de herramientas viajaba y compraba lo que necesitaban sus clientes. Alquiló un local para almacenar las herramientas y algunas semanas después, con una vidriera, el local se transformó en la primera ferretería del pueblo. Todos estaban contentos y compraban en su negocio. Ya no viajaba, los fabricantes le enviaban sus pedidos. Él era un buen cliente. Con el tiempo, las comunidades cercanas preferían comprar en su ferretería y ganar dos días de marcha. Un día se le ocurrió que su amigo, el tornero, podría fabricar para él las cabezas de los martillos. Y luego, ¿por qué no? Las tenazas... y las pinzas... y los cinceles. Y luego fueron los clavos y los tornillos.... Para no hacer muy largo el cuento, sucedió que en diez años aquel hombre se transformó con honestidad y trabajo en un millonario fabricante de herramientas. Un día decidió donar a su pueblo una escuela. Allí se enseñaría, además de leer y escribir, las artes y oficios más prácticos de la época. En el acto de inauguración de la escuela, el alcalde le entregó las llaves de la ciudad, le abrazó y le dijo: Es con gran orgullo y gratitud que le pedimos que ponga su firma en la primera hoja del libro de honor de la nueva escuela.. El honor sería enorme -dijo el hombre-, pero yo no sé leer ni escribir. Soy analfabeto. ¿Usted?, dijo el Alcalde, que no alcanzaba a creerlo. ¿Usted construyó un imperio industrial sin saber leer ni escribir? Estoy asombrado. Me pregunto..., ¿qué hubiera sido de usted si hubiera sabido leer y escribir? Yo se lo puedo contestar -respondió el hombre con calma-. Si yo hubiera sabido leer y escribir... sería portero del botiquín! Las adversidades encierran bendiciones. Las crisis están llenas de oportunidades. Cambiar y adaptarse al cambio siempre será la opción más segura.

25 enero 2006

No todo es como parece

1) Si ustedes conocieran a una mujer sifilítica que esta embarazada, que ya tiene ocho hijos, tres de los cuales son sordos, dos son ciegos y uno es retrasado mental, ¿le recomendarían que abortara? Lean la próxima pregunta antes de contestar esta.

2) Es tiempo de elegir a un líder mundial y el voto de ustedes cuenta. Estos son los hechos de los tres candidatos:

Candidato A : se lo asocia con políticos corruptos y suele consultar a oráculos y videntes. Ha tenido dos amantes. Fuma un cigarrillo detrás de otro y bebe de 8 a 10 martinis por día.
Candidato B: lo echaron del trabajo dos veces, duerme hasta tarde, usaba opio en la universidad y toma un cuarto de botella de whisky cada noche.
Candidato C: Es un héroe condecorado de guerra. Es vegetariano, no fuma, toma de vez en cuando alguna cerveza y no ha tenido relaciones extra matrimoniales. ¿Cuál de estos candidatos elegirían?

El candidato A es Franklin D. Roosevelt. - Presidente de Estados Unidos (1933-1945)
El candidato B es Winston Churchill. - Primer Ministro Británico (1940 - 1945)
El candidato C es Adolph Hitler. - dictador asesino responsable de la muerte de millones de personas y encarnación de los más bajos y deplorables instintos humanos.

Y de paso..., la respuesta a la pregunta del aborto... si contestaron que sí... acaban de matar a Beethoven.

No todo es lo que parece. Lo importante de las personas son ellas mismas y no su pasado o su apariencia.

Elefante de circo


Cuando yo era chico me encantaban los circos, y lo que más me gustaba de los circos eran los animales. También a mí como a otros, después me enteré, me llamaba la atención el elefante. Durante la función, la enorme bestia hacía despliegue de peso, tamaño y fuerza descomunal... pero después de su actuación y hasta un rato antes de volver al escenario, el elefante quedaba sujeto solamente por una cadena que aprisionaba una de sus patas a una pequeña estaca clavada en el suelo. Sin embargo, la estaca era sólo un minúsculo pedazo de madera apenas enterrado unos centímetros en la tierra. Y aunque la cadena era gruesa y poderosa, me parecía obvio que ese animal capaz de arrancar un árbol de tajo con su propia fuerza, podría, con facilidad, arrancar la estaca y huir. El misterio es evidente: ¿Qué lo mantiene entonces? ¿Por qué no huye? Cuando tenía cinco o seis años, pregunté a algún maestro, a mi padre o a algún tío por el misterio del elefante. Alguno de ellos me explicó que el elefante no se escapaba porque estaba amaestrado. Hice entonces la pregunta obvia: Si está amaestrado, ¿por qué lo encadenan? No recuerdo haber recibido ninguna respuesta coherente. Con el tiempo me olvidé del misterio del elefante y la estaca... y sólo lo recordaba cuando me encontraba con otros que también se habían hecho la misma pregunta.Hace algunos años descubrí que por suerte para mí alguien había sido lo bastante sabio como para encontrar la respuesta: "El elefante del circo no escapa porque ha estado atado a una estaca parecida desde que era muy pequeño". Cerré los ojos y me imaginé al pequeño recién nacido sujeto a la estaca. Estoy seguro de que en aquel momento el elefantito empujó, tiró y sudó tratando de soltarse. Y a pesar de todo su esfuerzo no pudo. La estaca era ciertamente muy fuerte para él. Juraría que se durmió agotado y que al día siguiente volvía a probar, y también al otro y al que seguía... hasta que un día, un terrible día para su historia, el animal aceptó su impotencia y se resignó a su destino. Este elefante enorme y poderoso no escapa porque cree que no puede. Él tiene registro y recuerdo de su impotencia, de aquélla impotencia que se siente poco después de nacer. Y lo peor es que jamás se ha vuelto a cuestionar seriamente ese registro. Jamás... Jamás... intentó poner a prueba su fuerza otra vez... Cada uno de nosotros somos un poco como ese elefante: vamos por el mundo atados a cientos de estacas que nos restan libertad. Vivimos creyendo que un montón de cosas "no podemos hacer" simplemente porque alguna vez probamos y no pudimos. Grabamos en nuestro recuerdo "no puedo... no puedo y nunca podré", perdiendo una de las mayores bendiciones con que puede contar un ser humano: la fe.

Contratiempo de un naufrago


El único sobreviviente de un naufragio llegó a la playa de una diminuta y deshabitada isla. El oró fervientemente a Dios pidiéndole ser rescatado, y cada día escudriñaba el horizonte buscando ayuda, pero no parecía llegar. Cansado, finalmente optó por construirse una cabaña de madera para protegerse de los elementos y almacenar sus pocas pertenencias. Un día, tras de merodear por la isla en busca de alimento, regresó a casa para encontrar su cabañita envuelta en llamas, con el humo ascendiendo hasta el cielo. Lo peor había ocurrido... lo había perdido todo. Quedó anonadado con tristeza y rabia. "Dios: como me pudiste hacer esto a mi!" se lamentó. Temprano al día siguiente, sin embargo, fue despertado por el sonido de un barco que se acercaba a la isla. Había venido a rescatarlo. "Como supieron que estaba aquí?" preguntó el cansado hombre a sus salvadores. "Vimos su señal de humo", contestaron ellos.

24 enero 2006

Donde esta Dios?


"Los SS parecían más preocupados, más inquietos que de costumbre. Colgar a un chaval delante de miles de espectadores no era un asunto sin importancia. El jefe del campo leyó el veredicto. Todas las miradas estaban puestas sobre el niño. Estaba lívido, casi tranquilo, mordisqueándose los labios. La sombra de la horca le recubría.El jefe del campo se negó en esta ocasión a hacer de verdugo. Le sustituyeron tres SS.Los tres condenados subieron a la vez a sus sillas. Los tres cuellos fueron introducidos al mismo tiempo en los nudos corredizos.-¡Viva la libertad! -gritaron los dos adultos.El pequeño se cayó.-¿Dónde está el buen Dios, dónde? -preguntó alguien detrás de mí.A una señal del jefe del campo, las tres sillas cayeron. Un silencio absoluto descendió sobre todo el campo. El sol se ponía en el horizonte.-¡Descubríos! -rugió el jefe del campo.Su voz sonó ronca. Nosotros llorábamos.-¡Cubríos!Después comenzó el desfile. Los dos adultos habían dejado de vivir. Su lengua pendía, hinchada, azulada. Pero la tercera cuerda no estaba inmóvil; de tan ligero que era, el niño seguía vivo...Permaneció así más de media hora, luchando entre la vida y la muerte, agonizando bajo nuestra mirada. Y tuvimos que mirarle a la cara. Cuando pasé frente a él seguía todavía vivo. Su lengua seguía roja, y su mirada no se había extinguido. Escuché al mismo hombre detrás de mí:-¿Dónde está Dios?Y en mi interior escuche una voz que respondía: "¿Dónde está? Pues aquí, aquí colgado, en esta horca...
"(Élie Wiesel, La Nuit, pp.103-105).

¿Estas dispuesto a recibir un tiro?


Cuentan que durante la guerra de los “cristeros”, cuando la Revolución Mexicana persiguió a muerte a la Iglesia, las misas se hacían clandestinamente y los vecinos se pasaban la voz cada vez que llegaba un sacerdote vestido de paisano al pueblo. En un pueblo, en algún lugar rural de México, esperaban al sacerdote que llegaría ese fin de semana de un pueblo vecino. Los catequistas clandestinos tenían preparados bautizos y otros sacramentos y para tal ocasión consiguieron un viejo granero, lo suficientemente amplio para albergar unos cientos de fieles. Aquel domingo por la mañana el viejo granero estaba totalmente lleno con una cantidad de fieles de alrededor. Las 600 personas que estaban reunidas esperando el inicio de la celebración se sobrecogieron al ver dos hombres entrar vestidos con uniforme militar y armados. Uno de los hombres dijo: "El que se atreva a recibir un tiro por Cristo, quédese donde está. Las puertas estarán abiertas sólo cinco minutos". Inmediatamente el coro se levantó y se fue. Los diáconos también se fueron, y gran parte de la feligresía. De las 600 personas solo quedaron 20. El militar que había hablado, miró al sacerdote y le dijo: "OK, padre, yo también soy cristiano y ya me deshice de los hipócritas. Continúe con su celebración".

De vuelta de la guerra


Un soldado que pudo regresar a casa después de haber peleado en la guerra de Vietnam. Le habló a sus padres desde San Francisco. "Mamá, voy de regreso a casa, pero tengo que pediros un favor. Traigo a un amigo que me gustaría que se quedara con nosotros." Le dijeron: "Claro, nos encantaría conocerlo." El hijo siguió diciendo: "Hay algo que debéis saber. Fue herido en la guerra. Pisó en una mina de tierra y perdió un brazo y una pierna. Él no tiene adónde ir, y quiero que se venga a vivir con nosotros a casa." "Siento mucho el escuchar eso, hijo. A lo mejor podemos encontrar un lugar en donde el se pueda quedar." "No, mamá y papá, yo quiero que él viva con nosotros." "Hijo, tu no sabes lo que estás pidiendo. Alguien que esté tan limitado físicamente puede ser un gran peso para nosotros. Nosotros tenemos nuestras propias vidas que vivir, y no podemos dejar que algo como esto interfiera con nuestras vidas. Yo pienso que tu deberías de regresar a casa y olvidarte de esta persona. Él encontrara una manera en la que pueda vivir él solo." En ese momento el hijo colgó el teléfono. Los padres ya no volvieron a saber de él. Unos días después, los padres recibieron una llamada telefónica de la policía de San Francisco. Su hijo había muerto después de que se había caído de un edificio, fue lo que les dijeron. La policía creía que era un suicidio. Los padres, destrozados de la noticia, volaron a San Francisco y fueron llevados a que identificaran a su hijo. Ellos lo reconocieron, pero, para su horror, ellos descubrieron algo que no sabían: su hijo tan solo tenía un brazo y una pierna. Los padres de esta historia son como muchos de nosotros. Encontramos muy fácil amar a personas que son hermosas por fuera o que son simpáticas, pero no a la gente que nos hace sentir alguna inconveniencia o que nos hace sentirnos incómodos. Preferimos estar alejados de personas que no son hermosas, sanas o inteligentes como suponemos serlo nosotros.

Camino a ninguna parte


Un matrimonio americano había salido de viaje. El esposo conducía enfebrecido. Había hecho ya trescientos kilómetros sin dejar de mirar de reojo al salpicadero. De repente la esposa consultó la guía de carreteras y anunció: «Nos hemos perdido». «¿Y qué?», replicó el marido. «¡Llevamos una media estupenda!». Ese estupendo promedio, camino de ninguna parte, es el que llevan algunos en su intento de llenar su día y su vida de sensación de diligencia y eficacia. Deberían recordar que cuando uno no sabe adónde va, acaba en otra parte.

Ayuda desinteresada


Casi no la había visto. Era una señora anciana con el coche parado en el camino. El día estaba frió, lluvioso y gris. Alberto se pudo dar cuenta que la anciana necesitaba ayuda. Estacionó su coche delante del de la anciana. Aún estaba tosiendo cuando se le acercó. Aunque con una sonrisa nerviosa en el rostro, se dio cuenta de que la anciana estaba preocupada. Nadie se había detenido desde hacía más de una hora, cuando se detuvo en aquella transitada carretera. Realmente, para la anciana, ese hombre que se aproximaba no tenía muy buen aspecto, podría tratarse de un delincuente. Más no había nada por hacer, estaba a su merced. Se veía pobre y hambriento. Alberto pudo percibir cómo se sentía. Su rostro reflejaba cierto temor. Así que se adelantó a tomar la iniciativa en el diálogo: "Aquí vengo para ayudarla, señora. Entre a su vehículo que estará protegida de la lluvia. Mi nombre es Alberto". Gracias a Dios solo se trataba de un neumático pinchado, pero para la anciana se trataba de una situación difícil. Alberto se metió bajo el coche buscando un lugar donde poner el gato y en la maniobra se lastimó varias veces los nudillos. Estaba apretando las últimas tuercas, cuando la señora bajó la ventana y comenzó a hablar con él. Le contó de donde venía; que tan sólo estaba de paso por allí, y que no sabía cómo agradecerle. Alberto sonreía mientras cerraba el coche guardando las herramientas. Le preguntó cuanto le debía, pues cualquier suma sería correcta dadas las circunstancias, pues pensaba las cosas terribles que le hubiese pasado de no haber contado con la gentileza de Alberto. Él no había pensado en dinero. Esto no se trataba de ningún trabajo para él. Ayudar a alguien en necesidad era la mejor forma de pagar por las veces que a él, a su vez, lo habían ayudado cuando se encontraba en situaciones similares. Alberto estaba acostumbrado a vivir así. Le dijo a la anciana que si quería pagarle, la mejor forma de hacerlo sería que la próxima vez que viera a alguien en necesidad, y estuviera a su alcance el poder asistirla, lo hiciera de manera desinteresada, y que entonces... - "tan solo piense en mí"-, agregó despidiéndose. Alberto esperó hasta que al auto se fuera. Había sido un día frió, gris y depresivo, pero se sintió bien en terminarlo de esa forma, estas eran las cosas que más satisfacción le traían. Entró en su coche y se fue. Unos kilómetros más adelante la señora divisó una pequeña cafetería. Pensó que sería muy bueno quitarse el frió con una taza de café caliente antes de continuar el último tramo de su viaje. Se trataba de un pequeño lugar un poco desvencijado. Por fuera había dos bombas viejas de gasolina que no se habían usado por años. Al entrar se fijó en la escena del interior. La caja registradora se parecía a aquellas de cuerda que había usado en su juventud. Una cortés camarera se le acercó y le extendió una toalla de papel para que se secara el cabello, mojado por la lluvia. Tenía un rostro agradable con una hermosa sonrisa. Aquel tipo de sonrisa que no se borra aunque estuviera muchas horas de pie. La anciana notó que la camarera estaría de ocho meses de dulce espera. Y sin embargo esto no le hacia cambiar su simpática actitud. Pensó en como gente que tiene tan poco pueda ser tan generosa con los extraños. Entonces se acordó de Alberto... Después de terminar su café caliente y su comida, le alcanzó a la camarera el precio de la cuenta con un billete de cien dólares. Cuando la muchacha regresó con el cambio constató que la señora se había ido. Pretendió alcanzarla. Al correr hacia la puerta vio en la mesa algo escrito en una servilleta de papel al lado de 4 billetes de $100. Los ojos se le llenaron de lágrimas cuando leyó la nota: "No me debes nada, yo estuve una vez donde tú estás. Alguien me ayudo como hoy te estoy ayudando a ti. Si quieres pagarme, esto es lo que puedes hacer: No dejes de ayudar a otros como hoy lo hago contigo. Continúa dando tu alegría y tu sonrisa y no permitas que esta cadena se rompa. Aunque había mesas que limpiar y azucareras que llenar, aquél día se le pasó volando. Esa noche, ya en su casa, mientras la camarera entraba sigilosamente en su cama, para no despertar a su agotado esposo que debía levantarse muy temprano, pensó en lo que la anciana había hecho con ella. ¿Cómo sabría ella las necesidades que tenían con su esposo, los problemas económicos que estaban pasando, máxime ahora con la llegada del bebé. Era consciente de cuan preocupado estaba su esposo por todo esto. Acercándose suavemente hacia él, para no despertarlo, mientras lo besaba tiernamente, le susurró al oído:
"Todo va a salir bien, Alberto".

Arreglar al hombre


Un científico, que vivía preocupado con los problemas del mundo, estaba resuelto a encontrar los medios para aminorarlos. Pasaba días en su laboratorio en busca de respuestas para sus dudas. Cierto día, su hijo de siete años invadió su santuario decidido a ayudarlo a trabajar. El científico, nervioso por la interrupción, le pidió al niño que fuese a jugar a otro lugar. Viendo que era imposible que se fuera, pensó en algo que pudiese darle para distraer su atención. Vio una revista en donde venía el mapa del mundo, ¡justo lo que precisaba! Con unas tijeras recortó el mapa en varios pedazos y junto con un rollo de cinta se lo entregó a su hijo diciendo: "Como te gustan los rompecabezas, te voy a dar el mundo todo roto, para que lo repares sin ayuda de nadie". Calculó que al pequeño le llevaría días componer el mapa, pero no fue así. Pasados unos minutos, escuchó la voz del niño: "Papá, papá, ya lo he acabado". Al principio no dio crédito a las palabras del niño. Pensó que sería imposible que, a su edad, hubiera conseguido recomponer un mapa que jamás había visto antes. Desconfiado, el científico levantó la vista de sus anotaciones con la certeza de que vería el trabajo propio de un niño. Para su sorpresa, el mapa estaba completo. Todos los pedazos habían sido colocados en sus debidos lugares. ¿Cómo era posible? ¿Cómo el niño había sido capaz? Le dijo: "Hijo mío, tú no sabías cómo era el mundo, ¿cómo lograste recomponerlo?". "Papá, yo no sabía cómo era el mundo, pero cuando sacaste el mapa de la revista para recortarlo, vi que del otro lado estaba la figura de un hombre. Así que di vuelta a los recortes y comencé a recomponer al hombre, que sí sabía como era. Cuando conseguí arreglar al hombre, di vuelta la hoja y vi que había arreglado al mundo."

Nunca es tarde para recomenzar


Cuando Fred Astaire hizo su primera prueba cinematográfica, en 1933, el informe del director de pruebas de la Metro decía: "Incapaz de actuar, calvo, sólo sirve para un poco para bailar"; Astaire conservó aquel informe y lo tenía enmarcado sobre la chimenea de su casa en Beverly Hills. Por su parte, Albert Einstein no habló hasta los cuatro años y no aprendió a leer hasta los siete; su maestro lo describía como "mentalmente lento y siempre abstraído en estúpidas ensoñaciones"; lo expulsaron del colegio y le negaron el ingreso en la escuela Politécnica de Zurich. Wiston Churchill no aprobó el sexto grado, no llegó a ser Primer Ministro hasta los 62 años, tras toda una vida de reveses, y sus mayores logros los consiguió cuando ya había cumplido los 75. Richard Bach, antes de poder publicar su libro Juan Salvador Gaviota, vio cómo el manuscrito era rechazado por dieciocho editoriales; tras ser publicado, vendió en cinco años más de siete millones de ejemplares.
Comienza tu camino...

Actuar con buen criterio


El 14 de octubre de 1998, en un vuelo trasatlántico de la línea aérea British Airways tuvo lugar el siguiente suceso. A una señora la sentaron en el avión al lado de un hombre de raza negra. La mujer pidió a la azafata que la cambiara de sitio, porque “no podía sentarse al lado de una persona tan desagradable”. La azafata argumentó que el vuelo estaba muy lleno, pero que iría a ver si acaso podría encontrar algún lugar libre en primera clase. Todos los pasajeros observaban la escena con disgusto, no solo por el hecho en sí, sino por el hecho de que además se le ofreciera un sitio a esa mujer en primera clase. Minutos más tarde regresó la azafata y le informó a la señora: "Discúlpeme señora, efectivamente todo el vuelo está lleno, pero afortunadamente encontré un lugar vacío en primera clase. Para hacer este cambio tuve que pedir autorización al capitán, que me indicó que no se podía obligar a nadie a viajar al lado de una persona tan desagradable." La señora, con cara de triunfo, intentó salir de su asiento, pero la azafata en ese momento se volvió hacia el hombre de raza negra y le dijo: "¿Señor, sería usted tan amable de acompañarme a su nuevo asiento?". Todos los pasajeros aplaudieron la acción de la azafata. Ese año, la azafata y el capitán fueron premiados por esa actuación.

18 enero 2006

Un sabiondo en el tren


Un joven universitario se sentó en el tren frente a un señor de edad, que devotamente pasaba las cuentas del rosario. El muchacho, con la arrogancia de los pocos años y la pedantería de la ignorancia, le dice: “Parece mentira que todavía cree usted en esas antiguallas...”. “Así es. ¿Tú no?”, le respondió el anciano. “¡Yo! –dice el estudiante lanzando una estrepitosa carcajada–. Créame: tire ese rosario por la ventanilla y aprenda lo que dice la ciencia”. “¿La ciencia? –pregunta el anciano con sorpresa–. No lo entiendo así. ¿Tal vez tú podrías explicármelo?”. “Deme su dirección –replica el muchacho, haciéndose el importante y en tono protector–, que le puedo mandar algunos libros que le podrán ilustrar”. El anciano saca de su cartera una tarjeta de visita y se la alarga al estudiante, que lee asombrado: "Louis Pasteur. Instituto de Investigaciones Científicas de París". El pobre estudiante se sonrojó y no sabía dónde meterse. Se había ofrecido a instruir en la ciencia al que, descubriendo la vacuna antirrábica, había prestado, precisamente con su ciencia, uno de los mayores servicios a la humanidad. Pasteur, el gran sabio que tanto bien hizo a los hombres, no ocultó nunca su fe ni su devoción a la Virgen. Y es que tenía, como sabio, una gran personalidad y se consideraba consciente y responsable de sus convicciones religiosas.

Las cosas no siempre son lo que parecen


Dos Ángeles de viaje se detuvieron para pasar la noche en la casa de una familia adinerada.
La familia era ruda y le negó a los ángeles quedarse en el cuarto de huéspedes de la mansión, en cambio les dieron un espacio pequeño en el sótano frío.
Cuando ellos hicieron su cama en el suelo duro, el ángel más viejo vio un agujero en la pared y lo reparó. La noche siguiente el par de ángeles fue a descansar en la casa de un pobre granjero muy hospitalario y su esposa; después de compartir la humilde comida, la pareja de granjeros le cedió su cuarto a los ángeles para que puedan descansar bien.
Cuando el sol surgió a la mañana siguiente los ángeles encontraron al granjero y su esposa llorando. Su única vaca, cuya leche había sido su sólo ingreso, yacía en el campo. El ángel más joven se asombró y le preguntó al más viejo cómo pudo permitir que esto ocurriese.....
-El primer hombre tenía todo, y todavía tu lo ayudaste... La segunda familia tenía muy poco y estaba dispuesta a compartir todo... ¡Y tú permitiste que la vaca se les muriese...!-Las cosas no son siempre lo que parecen, contestó el más viejo.-Cuando nosotros nos quedamos en el sótano de la mansión, noté por el agujero de la pared que había muchos sacos de oro en la habitación vecina. Como el dueño se obsesionó con su avaricia y no era capaz de compartir su fortuna, yo le sellé la pared para que nunca más los vuelvan a encontrar.- Y anoche, cuando nos fuimos a dormir a la cama de los granjeros, vino el ángel de la muerte para llevarse a su esposa, yo le di en cambio la vaca....Las cosas no siempre son como parecen.A veces esto es exactamente lo que pasa, todo en la vida tiene su porqué; a veces nos cuesta encontrarlo y otras veces le damos la espalda.
DEJA QUE TU ÁNGEL DE LA GUARDA TE GUÍE Y SÉ TU MISMO, NADIE MEJOR QUE TÚ PARA DISCERNIR.
BENDICE Y AGRADECE CADA MOMENTO VIVIDO, QUE SERÁ LA RECOMPENSA HACIA EL FUTURO.

Amor

Un día Meher Baba preguntó a sus "mandalies", lo siguiente:
- ¿Por qué la gente se grita cuando están enojados?
Los hombres pensaron unos momentos...
- Porque perdemos la calma. -Dijo uno. -Por eso gritamos.
- Pero... ¿por qué gritar cuando la otra persona está a tu lado?. Preguntó Meher Baba. -¿No es posible hablarle en voz baja?.
- ¿Por qué gritas a una persona cuando estás enojado?
Los hombres dieron algunas otras respuestas, pero ninguna de ellas satisfacía a Meher Baba.
Finalmente él explicó:
- Cuando dos personas están enojadas, sus corazones se alejan mucho, para cubrir esa distancia deben gritar, para poder escucharse; mientras más enojados estén, más fuerte tendrán que gritar para escucharse uno a otro a través de esa gran distancia.
Luego Meher Baba preguntó:
- ¿Qué sucede cuando dos personas se enamoran?.
- Ellos no se gritan sino que se hablan suavemente... ¿por qué?
- Sus corazones están muy cerca.
- La distancia entre ellos es muy pequeña.
Meher Baba continuó.
- Cuando se enamoran más aún... ¿Qué sucede?
- No hablan, sólo susurran y se vuelven aún más cerca en su amor.
- Finalmente no necesitan siquiera susurrar, sólo se miran y eso es todo.
- Así es cuán cerca están dos personas cuando se aman.
Luego Meher Baba dijo:
- Cuando discutan no dejen que sus corazones se alejen, no digan palabras que los distancien más, llegará un día en que la distancia sea tanta, que no encontrarán más el camino de regreso.

Queridos amigos(as), los dejo pensando un poquito más en nosotros mismos:
¿Conviene gritarle a un ser querido...?